Madrugada en urgencias
Después de las dichosas pesadillas, ya me imaginaba yo que barruntaba algo. Efectivamente, empezó con mocos, tos, nariz tapada y en cuestión de 5 horas ya se le había bajado al pecho, y acabó en broncoespasmo. Yo, que ya estoy acostumbrada a esto porque desde los 2 meses de su existencia ha sido un no parar, pues empecé con el ventolín, pero iba a peor. También se quejaba mucho de dolor de tripa, y le costaba respirar. Nos vestimos y lo llevé a urgencias a las 5 de la mañana. El mayor se quedó con papá en casa.Llegamos y no había nadie, así que directos a consulta de pediatría. Lo ausculta, y bingo!, tiene el pecho cogido y a poner mascarilla. El niño no satura bien, con la mascarilla se le pone el corazón a mil. Termina la mascarilla…..sigue sin saturar bien, lo tumban en la camilla, y le controlan el corazón y saturación. Sigue mal, y lo que nunca me ha dicho: “mamá, no me encuentro bien”. Pálido y blanco como una pared. Lo vuelve a ver la pediatra: “radiografía para descartar neumonía, que le suena el pecho MAL”.
Vamos
por el pasillo a hacer la radiografía,
no me dejan entrar, el crío tiene muy mala cara…..y yo me derrumbo. No puedo
evitar ponerme a llorar, y una amable mujer, se me acercó y me abrazó, sin más….yo
lloro en su hombro, y le abrazo. Me acaricia y me dice que no me preocupe, que
va a salir todo bien….
Quiero
darle las GRACIAS desde aquí por
reconfortarme, por dejarme abrazarle y llorar en su hombro, por su consuelo.
Bajan
los pediatras de planta, le miran 3 ó 4….”no te preocupes, otra mascarilla (ya
la 3ª!) y a ver como reacciona”….sigue quejándose de dolor de tripa, pero
empieza a saturar mejor. Le dan cortisona y un yogur (ya llevábamos allí 3
horas). Los pediatras deciden darle el alta, ya le entra un poco mejor el aire,
y le ponen tratamiento.
Sí,
respira mejor, pero ¿ese dolor de tripa?. Nos montamos en el coche, me sigue
diciendo: “mamá, sigo regular”. Yo preocupada y con el alma en vilo. Justo
llegando a casa vomitona al canto,
yo conduciendo y el niño todo preocupado. Le digo: “no pasa nada peque, vomita
y mancha todo lo que haga falta, ya llegamos a casa, cariño”. Se quedó como un
rey. Ya se le cambió el color de la cara y le dejó de doler la tripilla.
Uffffffff,
que mal rato, y eso que yo ya tengo un master en bronquitis varias, pero, esta
vez le veía tan mala cara y se quejaba, cosa que NUNCA hace el niño, que me
preocupé mucho. A esto, nunca te acabas de acostumbrar.
Ahora
está pintando, tranquilo, y aunque le sigue pitando el pecho, ya tiene otra
cara el mozo.
Solo
me queda decir GRACIAS a esa amable
mujer, gracias por darme su consuelo, no sabe el bien que me han hecho sus
palabras y su abrazo.
P.D.
En otra ocasión, ya os contaré mi master en bronquitis, bronquiolitis,
broncoespasmos….vamos, todos los bronco…. ;)
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